Ya no quiero ser la niña dulce, tu maldita vida me ha contagiado la piel de lodo,
un odio feroz me guía hora y mientras mi ira calla
mi alma y mi mente ahora oscura, traman su venganza.
No quiero ser la mariposa blanca que era cuando me conociste,
pues aunque lo he intentado, no he podido lavar tu alma;
eres un engendro de la noche, un ser maligno y traicionero.
Que malvada criatura yace en tì para enlodar mis blancas alas.
Llenaste de oscuridad mi alma, un alma que brillaba hasta los límites del cielo, colmaste mis pensamientos de los mas repugnantes y rastreros deseos.
¡Mírame ahora ante tì! ¿soy ahora digna de tu sombra?
No quiero imaginar todo el poder que genera el odio,
pero lo estoy sintiendo entre mis alas doradas que se vuelven de hierro infernal.
Aún hay en mi cuerpo vestigios de luz divina, pero me atrapan tus negras fauces y grito y odio.
Escucho en mi mente una voz que dice:
“Deja todo en mis manos, estoy preparando la venganza
no dejaré que te humille ese despojo semihumano
que cree tener el poder que yo tengo,
yo soy quien genera los vientos que surgen desde el abismo
y rondan a quien señalo,
espera mi señal y lo veras suplicar su muerte”
Tengo miedo de esa voz, pero me atrae hacia si con promesas de venganza
tengo miedo de esa voz, pero quisiera acallar mis sentidos para no volver a llorar, quisiera poder saber que será de mí cuando termine…
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