A golpes de silencio, he casi erguido,
un muro inaccesible estrecho abismo,
donde huyendo de mi por fin un río
ofrezca sus espumas a mi olvido.
Una torre en el mar, grito nacido,
que vuelve a su matriz insatisfecho,
un refugio de paz de trecho en trecho,
para el largo camino endurecido.
Por un hilo del alma que se me escapa
y nadie toma porque nadie entiende,
treparé a la cima de
estrellas y si llega el,
sonreiré sentada en la cúpula
del insondable cielo, como un hada
rosa abierta en el alma la sonrisa.
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